Las manos
hablan de nuestra edad y estilo de vida, igual o más que el rostro, y son
protagonistas de casi todas nuestras actividades cotidianas. La piel de las
manos, las uñas y las cutículas se encuentra expuesta a agresiones continuas.
El
contacto directo con químicos, detergentes y contaminantes, al igual que los
cambios de temperatura y la radiación solar, afectan a la piel volviéndola
áspera y rugosa y provocándole su envejecimiento prematuro.
DIFERENCIAS
ENTRE LA PIEL DE LA PALMA Y LA DE DORSO DE LA MANO:
La palma
de la mano es de estructura espesa y resistente, con una dermis con abundante
cantidad de fibras y rica en grasa, que la hace resistente a las agresiones
mecánicas.
Por el
contrario, la estructura del dorso de la mano es mucho más frágil. La epidermis
es fina y contiene escasas glándulas sebáceas, generando un manto ácido
hidrolipídico que no se regenera fácilmente debido a los continuos lavados. El
dorso tiene una dermis extremadamente fina y casi no tiene hipodermis (grasa).
Es incluso mucho más delgada que la cara. A medida que el colágeno natural de
la piel y las fibras de elastina comienzan a descomponerse, las manos empiezan
a mostrar los signos del paso del tiempo. Las texturas pueden cambiar y las
venas pueden comenzar a aumentar de tamaño e inflamarse. Las arrugas y la piel
delgada y traslúcida son también signos de envejecimiento delas manos.
Por eso:
No
olvides hidratar tus manos, uñas y cutículas todos los días con cremas
hidratantes con alto contenido en aceites y mantecas vegetales que impiden la
desecación y la protegen de los agentes externos. También evita exponerlas al
sol.
Liliana Puratich
Consultas:
por SMS o Whatapps: 1136101626
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